La noche de las luminarias by José Francisco Rodil Lombardía

La noche de las luminarias by José Francisco Rodil Lombardía

autor:José Francisco Rodil Lombardía [Rodil Lombardía, José Francisco]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Velasco Ediciones
publicado: 2021-03-23T12:18:48+00:00


20

—Y pensar que no hace tanto se discutía aún el derecho de las mujeres a votar en unas elecciones —observó Evangelina.

—Por fortuna, los tiempos han cambiado. ¡Y cómo han cambiado! Hasta las elecciones de noviembre de 1933, las mujeres españolas nunca habían votado. La medida se había aprobado en las Cortes dos años antes. Convencidos de que el voto de la mujer era un voto conservador, una buena parte de la derecha dio su apoyo al proyecto de ley de igualdad que, de otro modo, hubiera sido rechazado, dado que la izquierda estaba divida entre los que, por principios, apoyaban el voto femenino y aquellos que relegaban los principios en favor de la conveniencia. Fíjate qué paradoja. Algunos radicales socialistas y republicanos, a despecho de sus convicciones y programas, votaron en contra de la ley de igualdad porque desconfiaban de las inclinaciones ideológicas de las mujeres. La unidad de la izquierda se quebró. En uno y otro bando los intereses electorales prevalecieron sobre el convencimiento.

—¡Perversidades de la política!

Declinaba la tarde. Evangelina y Claudio paseaban por el malecón. En la punta del embarcadero, un grupo de niños sentados al borde de la rampa, con los pies colgando sobre el agua, pescaban múgiles. El griterío de los pequeños pescadores llegaba ahogado en las arcadas salobres de la marea. Claudio y su acompañante se cruzaron con algunos paseantes a los que este saludó. Arrastraba algo su pierna izquierda. Había días en que le atacaba el reuma, se le inflamaba la rodilla y tenía que apoyarse en un bastón. Su articulación dañada era infalible vaticinador de los cambios de tiempo.

—Si su pierna le molesta, podemos sentarnos —propuso Evangelina al observar que a veces Claudio acompañaba el movimiento de su pierna izquierda con una mueca de dolor.

—Si me siento es peor. Después, al levantarme, tendrías que cargar conmigo. Los viejos debemos sobrellevar nuestros achaques con dignidad hasta el día en que sucumbamos a ellos. Lo grave sería si a estas alturas cojeara de la pierna derecha. —Sonrió con picardía su propia ocurrencia llena de intención—. Mi rodilla me está advirtiendo que mañana lloverá. La considero mucho más fiable que el parte meteorológico.

Claudio señaló el horizonte sobre la negra boca de la Barra y le enseñó a Evangelina a interpretar el movimiento de las nieblas. Por las tardes, la boca de la ría se oscurece al paso de un cordón de niebla que viene del mar. La niebla entra arrastrándose por el agua con el sigilo de una serpiente, se eleva sobre la ría, a la altura de Pena Furada, y vuela en dirección a la montaña, para dormir entre los riscos de la sierra de Ouroso y coronar el pico de La Bobia, cumbres que guardan el paso a las tierras silenciosas de Los Oscos. Cuando la niebla pasa de derecha a izquierda, de Asturias hacia Galicia, el tiempo viene soleado y fresco. Cuando corre al contrario, mala señal. El aire gallego siempre trae lluvia. «El maldito aire húmedo que oxida mi rodilla», gruñó Claudio.

—Cuando



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